Llega el verano y a todos nos apetece disfrutar al aire libre. Comienzan los planes en la piscina, la playa o la montaña, lo que implica exponernos más a los rayos del sol, por lo que en esta época es más importante aún cuidarnos de esa exposición y proteger nuestra piel.
Si eres amante de permanecer horas y horas en la toalla, debes tener cuidado, ya que puede implicar que aparezcan nuevos lunares o manchas que lleven a sufrir problemas dermatológicos, y en los peores casos la detección de cáncer de piel.
Tanto las pecas como los lunares son pigmentaciones totalmente benignas, no son ninguna enfermedad, ni trastorno, simplemente un funcionamiento irregular de nuestro sistema de defensa natural.
Sin embargo, es importante cuidar las zonas en las que aparecen, pues pueden ocultar algún problema, como un melanoma. El melanoma es un tipo de cáncer de piel que surge cuando los melanocitos, las células que producen la melanina, crecen descontrolados y tiene consecuencias dañinas de mayor gravedad.
Así, y aunque puede aparecer en cualquier parte de la piel, suele hacerlo en las áreas donde hay melanina acumulada, como los lunares o las pecas. De este modo, las personas con un elevado número de lunares tienen un mayor riesgo de sufrir cáncer de piel.
10 consejos para proteger los lunares y las pecas del sol
- Utiliza una protección solar elevada y adecuada.
- Si ya tenemos lunares, es fundamental aplicar mínimo una protección de SPF50.
- Evita exponerte al sol en las horas de más radiación, es decir, entre las 12 y 16 horas del día.
- No confíes en los días nublados, los rayos siempre afectan.
- Lleva siempre contigo la sombrilla.
- Exfóliate la piel, mínimo, una vez a la semana para ayudar a la regeneración de la misma.
- Si estás tomando algún medicamento, como antibióticos, evita tomar el sol, consulta al farmacéutico o a tu médico.
- Aliméntate correctamente. La nutrición es clave a la hora de cuidar nuestro cuerpo y nuestra piel, pues esta necesita alimentos que sean ricos en Vitamina E, como la zanahoria o la sandía.
- Hidrátate, es fundamental para la piel y el calor. Beber mucha agua es imprescindible.
- Si tienes la piel sensible, pecas o lunares, acude a revisiones dermatológicas regularmente.
¿Cómo elegir la protección solar adecuada?
Como hemos dicho, la protección solar frente a los rayos ultravioletas del sol es imprescindible antes de salir de casa.
Para que una crema solar proteja de forma fiable la piel, debe contener filtros UV de amplio espectro, que actúen frente a la acción de la radiación nociva, ya sea UVA, UVB o luz visible de alta energía.
Por su parte, el factor de protección solar (FPS o FP) representa el tiempo máximo que nuestra piel puede estar al sol sin quemarse por efecto de los rayos UVB.
Este índice de protección solar, reflejado por un número en los protectores solares, indica el tiempo que se multiplica la protección natural de nuestra piel. La protección natural de la piel depende de su fototipo, esto es, la cantidad de melanina que tiene disponible nuestra piel para defenderse del sol.
En fototipos más bajos, de piel más clara, y por tanto con menor cantidad de melanina disponible, la piel tiende a enrojecerse antes debido a la radiación solar que en fototipos de piel más oscura. Por tanto, si observamos que nuestra piel se enrojece a los 5 minutos, y utilizamos un FPS es de 30, significa que esos 5 minutos se multiplican por 30, por lo que ese tipo de piel podría estar 150 minutos expuesta al sol sin riesgo de quemarse. Una persona cuya piel no se enrojezca hasta los 10 minutos, podría estar 300 minutos con un FPS 30.
Eso sí, es muy importante tener en cuenta que hay que reaplicar ese protector solar con frecuencia, pues el agua, el sudor y el roce con la toalla o con la ropa reducen la cantidad de filtros sobre la piel, y, por tanto, la efectividad del protector solar.
Además, también es importante saber que una vez pasado ese tiempo, se debe dejar de exponer a nuestra piel a la radiación solar directa, aunque se haya reaplicado el producto adecuadamente.
¿Cómo detectar lunares malignos?
Para revisar los lunares, basta con seguir la regla ABCDE que nos ayuda a detectar cualquier tipo de cambio en nuestra piel:
- Asimetría: los lunares son simétricos, si los partes a la mitad son iguales a ambos lados.
- Bordes: los extremos del lunar si son irregulares, están mal definidos u ondulados podría ser una señal de alerta.
- Color: normalmente, los lunares son del mismo color, observa si tienen varios colores.
- Diámetro: los lunares malignos suelen medir más de seis milímetros.
- Evolución: si te has dado cuenta de que un lunar ha crecido, cambiado de forma o de color, acude a tu dermatólogo para que lo explore.
Asimismo, es importante que te revises los lunares que se encuentren en partes del cuerpo que estén ocultos como el cuero cabelludo, la boca y los labios.
Por último, para cualquier pregunta que tengas sobre tus lunares, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo para pedir cita con nuestros profesionales en dermatología. Estaremos encantados de asesorarte y cuidarte.